Día Internacional contra la Corrupción


Señal Coparmex 104 – Lic. Gerardo Gutiérrez Candiani

05 - Diciembre – 2011


Esta semana, el 9 de diciembre, en todo el mundo se realizan actividades de concientización en torno al Día Internacional contra la Corrupción, que fue instituido por la ONU. En México, deberíamos tomar muy en serio este llamado a la reflexión.


Necesitamos cambiar, para dejar de ser un país conocido internacionalmente por una corrupción e impunidad endémicas, algo que los mexicanos mismos reconocemos.

Una vez más, llegamos a este Día Internacional, con un panorama negativo. Justo la semana pasada, Transparencia Internacional presentó el Índice de Percepción de la Corrupción 2011. México quedó en el lugar 100 de 182 países, con una puntuación de 3, donde cero es lo más corrupto y 10 lo más honesto.

Los mexicanos debemos tener bien claro que la corrupción es uno de los mayores lastres que enfrenta nuestra nación en términos de desarrollo económico, justicia y convivencia social. No  podemos soslayar este problema, tan enraizado en nuestra cultura e instituciones, y contra el cual, lejos de avanzar, todo indica que hemos empeorado.

En el Índice de Transparencia Internacional estamos casi 19% por debajo de la calificación que teníamos hace 10 años, la más alta que hemos tenido en la historia de esta medición: 3.7.


Una parte importante del desencanto de muchos mexicanos respecto a la transición democrática se debe a que como nación, hemos fallado en la asignación de dejar de ser un país con corrupción, en el que delincuentes de todo tipo operan con casi absoluta impunidad. Menos del 2% de los delitos que se cometen son sancionados, y este porcentaje se ha mantenido prácticamente invariable a lo largo de los años.


Como acaba de señalar el filósofo español Fernando Savater, en la Feria Internacional del Libro, corrupción e impunidad son dos males intrínsecamente relacionados. Los mexicanos no tenemos una predisposición genética para ser corruptos, y nuestra cultura tampoco explica este fenómeno.  La causa primordial es que no se hace cumplir las leyes, y por tanto, los infractores tienen muchos incentivos para violarlas.


Hace poco más de 10 años, se anunciaba que la corrupción le costaba al país casi el 10% del PIB y que el Gobierno Federal pondría en marcha un Programa Nacional contra la Corrupción; que se aplicaría con todo el rigor de la ley contra los corruptos. Se creó el IFAI y la antigua Secretaría de la Contraloría y Desarrollo Administrativo cambió de nombre, a la actual Función Pública.


Sin embargo, hoy la corrupción le sigue costando a la aproximadamente el 9% del PIB. Se estima que entre las empresas en México, se destina hasta 10% de los ingresos en sobornos, el doble que el promedio mundial. El gasto anual que hacen las familias mexicanas por concepto de corrupción es sólo 15% menor que el presupuesto federal aprobado para seguridad pública en el 2011.


Desde hace décadas, vemos escándalos de corrupción que nunca se han esclarecido y que son una vergüenza para el país.


Hoy, vemos a gobiernos que endeudan a sus estados, comprometiendo su futuro a través de prácticas opacas y que inclusive lindan en el terreno de la ilegalidad, con total impunidad.



Los mexicanos no queremos pasar de la omnipotencia y arbitrariedad en los poderes centrales de otros tiempos, a la omnipotencia y arbitrariedad en el ámbito local. Ahí radica la responsabilidad de combatir y castigar los delitos del fuero común, y no siempre se asume, transfiriendo la obligación a otros niveles de gobierno. Además, se obstaculiza el acceso a la información y se evade o simula la rendición de cuentas.


Hace casi 20 años, el gobierno en turno promovía una renovación moral de la sociedad. Como hace 10 años, quedó en gran medida en la retórica. Ahora, vemos con preocupación que la lucha contra la corrupción y la impunidad no figura ni siquiera en el discurso de los candidatos y aspirantes a la Presidencia. Si hay un compromiso en impulsar el crecimiento económico y abatir la inseguridad, estos temas necesariamente tienen que ser prioridad, con propuestas viables y compromisos.

El próximo año, Coparmex multiplicará esfuerzos para poner a la lucha contra la impunidad y la corrupción en el centro de la agenda pública, para lo cual esperamos sumar fuerzas con todas las organizaciones de la sociedad civil y los ciudadanos que estén comprometidos con la transformación en este gran pendiente nacional.

Coparmex tiene una propuesta concreta, sobre la que buscamos la postura específica y compromisos de los candidatos: una cruzada contra la corrupción que vaya en serio y logre movilizar a la sociedad, con un Zar anti-corrupción ciudadano para darle proyección nacional y amplitud transexenal.


Lo que buscamos es iniciar un esfuerzo nacional, con el respaldo e involucramiento de la ciudadanía; que cuente con el compromiso institucional y no partidario de los tres poderes de la Unión y todos los niveles de gobierno.

El Zar anti-corrupción ciudadano sería el encargado de propiciar los acuerdos necesarios para echar a andar esta cruzada; de darle continuidad; fungir como enlace institucional y del Estado con la sociedad civil. Representante y gestor de la ciudadanía; recibir denuncias y propuestas, para canalizarlas con las instituciones competentes y darles seguimiento hasta una solución definitiva.


Entre las tareas de este ombudsman, estarían la clasificación de los temas y casos más relevantes: los que más indignan a la sociedad, como la corrupción en altas esferas. Articularía y coordinaría programas a nivel nacional y emitiría recomendaciones con carácter vinculante, además de servir como testigo en indagatorias y juicios.


Contemplamos, por ejemplo, un programa de "Auditorías Visibles", que podría implementarse en todos los estados, a través de convenios y compromisos.

Exhortamos al Presidente de la República, a dar este paso, asumiendo un liderazgo en este reto, como lo ha tenido en el combate al crimen organizado. Sería un gran legado para México, si se logra unir a los mexicanos en esta causa. Un problema que a la mayoría de nos indigna, que cuesta dinero y vidas, que corroe nuestras instituciones; y sin embargo no atacamos con decisión, como el mal crónico y degenerativo que es.


Esta es una tarea de todos. Somos responsables, por comisión u omisión, al tolerarla. Igualmente, la solución está en cada uno de los ciudadanos. Como sociedad, tenemos que fijarnos el objetivo del cambio. Es un esfuerzo de largo plazo, pero es mejor empezar hoy, que mañana, con la determinación de ir más allá de las buenas intenciones.



Reciban un saludo afectuoso.

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