INNOVACIÓN

Señal Coparmex 96 – Lic. Gerardo Gutiérrez Candiani
26 - Septiembre - 2011
La investigación, la innovación y el desarrollo tecnológico son factores determinantes del progreso, y cada vez lo serán más. El nuevo paradigma del desarrollo es la economía del conocimiento. Los países que no tomen en serio esta prioridad y no actúen en consecuencia, están condenados a la dependencia y al subdesarrollo. México no ha hecho lo suficiente en esta área y nuestro rezago se acrecienta.

Aunque en el Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial de 2011 subimos 15 posiciones en Innovación -al lugar 63 de 138 países-, seguimos muy lejos de Brasil o Chile, y aún más de China y la India. Además, estamos 11 lugares por debajo de la posición que ocupábamos hace 12 años.

La pérdida constante de nuestra competitividad para innovar tiene una vinculación directa con la que experimentamos a nivel general. En el propio Índice del Foro Económico Mundial, la correlación entre la vertiente de innovación con la clasificación global es de 0.98.

La debilidad de México en esta área se manifiesta tanto en las bases y recursos necesarios para tener un sistema de investigación, innovación y desarrollo tecnológico competitivo, como en la propia producción de innovación.

La disponibilidad de científicos e ingenieros es una de las más bajas del mundo en términos relativos. Apenas cinco de cada 10 mil personas en edad de trabajar están clasificadas como investigadores, 11 veces menos que en un país como Francia y casi 14 veces menos que en Estados Unidos. Tan sólo la Universidad de Sao Paulo, en Brasil, gradúa más doctores por año que todas las universidades de México juntas.

Reconocemos el esfuerzo con el que se ha logrado aumentar el número de graduados en ingenierías en México, más que cualquier otro país en AméricaLatina, hay que seguir adelante.

Países como Hungría e Irlanda presentan más solicitudes de patentes que México, con menor monto de inversión para ciencia y tecnología. Incluso como co-desarrolladores, en alianza con investigadores internacionales, nuestra presencia es marginal. De más de 14 mil 500 solicitudes de patentes en el país en el 2010, sólo el 6.5% fue presentada por mexicanos.

Desde hace décadas, se mantiene estancada la solicitud de patentes nacionales en menos de 600 por año. En cambio, las que registran empresas de otros países, se han duplicado o crecido aún más en 10 años.

México es uno de los países que menos invierte en innovación y desarrollo entre las naciones emergentes y desarrolladas.

Nos hemos fijado desde inicios del presente sexenio alcanzar el 1% del PIB entre inversión pública y privada. Es un objetivo similar al de muchos países latinoamericanos, que de acuerdo con autoridades internacionales en la materia, no resulta suficiente para reducir la creciente brecha científica y tecnológica. En México, apenas hemos llegado al 0.4% del PIB. Brasil y Chile invierten tres veces más que nosotros.

No es sólo una tarea de los gobiernos y las universidades. En México, el sector privado financia apenas el 33% de inversión en ciencia y tecnología; en Estados Unidos, Francia y Corea, su participación es de alrededor de 70% y en España de casi 50 por ciento.

Urge una mejor y mucho mayor vinculación de la "triple hélice" de la innovación y el desarrollo: Academia, Gobierno y Empresa. Es fundamental para dinamizar el espacio mexicano del conocimiento y alcanzar el objetivo de inversión, el mínimo para revertir el estancamiento y rezago.

Sobre estas bases, Coparmex está impulsando tres acciones para alcanzar en un corto plazo la meta del 1% del PIB en inversión para innovación y desarrollo tecnológico. Buscan sentar bases para acelerar nuestra transición a la economía del conocimiento en el mediano plazo y, al mismo tiempo, estimular el mercado interno, ahora que es urgente.

Uno. Incentivo fiscal de 35% a la inversión y gasto total en innovación y desarrollo tecnológico, hasta por un monto máximo de 60 millones de pesos por empresa; aplicable bajo la Ley del ISR a proyectos de mínimo 10 millones de pesos.

Entre los rubros a cubrir, están personal, equipamiento, desarrollo tecnológico, patentes, derechos de procesos de innovación, contratación de centros de investigación y universitarios, construcción de centros y parques científicos y tecnológicos e infraestructuras del conocimiento, entre otros.

Con este esquema, el país alcanzaría una inversión adicional de 10 mil millones de pesos anuales en investigación, innovación y desarrollo tecnológico. El costo para el erario público sería mínimo, pues se aplicaría contra un crédito fiscal y el efecto económico del incentivo superaría al costo del programa, de alrededor de 2 mil 500 millones de pesos.

La pertinencia del paquete fiscal que proponemos, está probada en experiencia reciente. En 2009 se derogó el Programa de Incentivos Fiscales a la Innovación, uno de los más exitosos de la historia en sus ocho años de vigencia. En su último año, benefició a casi mil empresas con más de 3 mil proyectos; el 66% de éstos se vinculó con 133 instituciones de investigación. Por cada peso gastado por el sector público, las empresas aportaron cuatro pesos. Actualmente, 20 economías de la OCDE cuentan con este tipo de estímulos.

Dos. Inversión en Infraestructuras del Conocimiento: Redes, Centros Tecnológicos y Parques Científicos y Tecnológicos.

Durante el presente gobierno se han alcanzado niveles de inversión en infraestructura históricos. Es fundamental que en este esfuerzo, se canalicen más recursos al sector del conocimiento, mediante esquemas de apoyo directo y asociaciones público-privadas para desarrollar centros tecnológicos multisectoriales y parques científicos y tecnológicos.

Los países líderes en tecnología han desarrollado estas infraestructuras en los últimos 30 años.

Coparmex se ha propuesto desarrollar los primeros cinco centros tecnológicos multisectoriales del País. Pedimos apoyo en esta tarea, para generar sinergia público-privada. Con la construcción de estos cinco centros científicos, se pueden detonar inversiones adicionales en innovación por más de 5 mil millones de pesos.

Tres. Incentivo para la incorporación de doctores y maestros de ramas científicas e ingenierías en actividades de innovación y desarrollo de las empresas.

La generación de conocimiento es un proceso que en gran medida responde a la labor de personas calificadas. De los 3 mil doctores que se gradúan cada año en México, sólo 50% consiguen empleo en los centros públicos de investigación. Las empresas requieren de su capacidad para generar valor agregado y pueden darles cabida, complementando la demanda del sector público.

Según el Índice Global de Innovación del Centro de Investigación y de Estudios de Francia, los países con mejor desempeño, se han avocado a aumentar el número de graduados en ciencias e ingenierías. Nosotros, tenemos que hacer lo propio, y encontrar fórmulas adecuadas para que encuentren cabida en todos los sectores.

No debemos seguir como nación pasiva, que trata de adaptarse a los cambios generados en el exterior. También podemos y tenemos que provocarlos por nuestra cuenta. Que la innovación mexicana se convierta en un motor de desarrollo económico y un símbolo en el mundo de la vitalidad y grandeza de nuestra patria.

Hay que dar el paso, con medidas concretas como las que proponemos y queremos desarrollar en conjunto con los sectores público y académico.

México no debe seguir en la zaga en investigación, innovación y desarrollo tecnológico. Queremos estar en el grupo de países líderes; tenemos el potencial y gente talentosa para lograrlo. Detonemos la gran capacidad creativa e innovadora que hay en nuestro país. No perdamos el futuro

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