Armonizar con la naturaleza

En el año de 1972 reunidos los representantes de las Naciones Unidas, revisaron las condiciones de vida que se encuentran en el planeta y encontraron que estamos al límite de las condiciones de estabilidad en diversos aspectos, entre los que se encontraba, como de gran importancia, la convivencia armónica entre los seres humanos sin hacer diferencias por causas raciales o de cualquier otro tipo.

También ahí se vio la necesidad de modificar las formas de utilización y explotación de los recursos naturales, pues por el ritmo de actividad industrial y por la intensa presión social que ejerce la economía, pronto terminaríamos con la estabilidad de los recursos y llegaríamos a un punto en el que todo se vaya destruyendo de tal manera que la humanidad entera corre peligro de extinguirse.

Hemos llegado a un momento de la historia en que debemos orientar nuestros actos en todo el mundo atendiendo con mayor solicitud a las consecuencias que puedan tener para el medio.

Por ignorancia o indiferencia, podemos causar daños inmensos e irreparables al medio terráqueo del que dependen nuestra vida y nuestro bienestar.

Por el contrario, con un conocimiento más profundo y una acción más prudente, podemos conseguir para nosotros y para nuestra posteridad unas condiciones de vida mejores en un medio más en consonancia con las necesidades y aspiraciones de vida del hombre.

Las perspectivas de elevar la calidad del medio, de crear una vida satisfactoria son grandes. Lo que se necesita es entusiasmo, pero, a la vez, serenidad de ánimo trabajo afanoso, pero sistemático.

Para llegar a la plenitud de su libertad dentro de la naturaleza, el hombre debe aplicar sus conocimientos a forjar, en armonía con ellas un medio mejor.

La defensa y el mejoramiento del medio ambiente humano para las generaciones presentes y futuras se han convertido en meta imperiosa de la humanidad, y ha de perseguirse al mismo tiempo que las metas fundamentales ya establecidas de la paz y el desarrollo económico y social en todo el mundo, y de conformidad con ellas.

Resulta de gran importancia tener en cuenta estas palabras y considerar que la naturaleza no es ajena ni independiente del ser humano, que todos los seres inertes o vivos llevamos una relación de apoyo mutuo en la que se puede buscar la armonía, pero también se puede caminar hacia la destrucción total. La diferencia la hace el ser humano, único ser que tiene el elemento LIBERTAD para llevar a cabo acciones que pueden conducir a un estado o hacia otro; hacia la armonía o hacia la destrucción, según decidamos participar.

Evidentemente hay muchas opciones, sin embargo, en esta ocasión el verbo es armonizar y la invitación para todos es que hagamos un esfuerzo significativo y organizado para establecer esta relación armónica con la naturaleza y dejemos a nuestros hijos, a nuestros nietos, a las generaciones siguientes, condiciones suficientes para que también puedan disfrutar de una vida bella.

En este mes, a los valores que hemos desarrollado paso a paso, agreguémosle el esfuerzo de armonizar con la naturaleza.

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