CONSTRUIR COMUNIDADES CON VALORES

Valor del mes: Construir comunidad, ciudadanía, sociedad…

Motivar a un niño para que preste sus juguetes a un vecino, requiere esfuerzo y paciencia, pero tiene una elevada posibilidad de lograrlo. Convencer a un grupo de jóvenes para que respeten y toleren las necedades de un maestro de avanzada edad, es una labor titánica que se basa en los buenos sentimientos que suelen estar presentes todavía en esa edad. Pero lograr el cambio de actitud en una sociedad compleja, con gran número de núcleos de población dispersa, con importante proporción de población indígena y una diversidad tan plural como es Chiapas, se presenta como una misión imposible. (Favor de imaginar la música.)

El tema de construir comunidad requiere anidar en el corazón un anhelo fraternal con la suficiente fortaleza para soportar los sinsabores de las respuestas indiferentes que se presentarán a montones, y mantener la esperanza de que algunos vecinos estén dispuestos a ayudarse unos a otros, sin más interés que el gozo de ver al otro en mejores condiciones. Una comunidad no resulta de juntar a un grupo de personas en un mismo territorio; es necesario que esas personas, desde su personal libertad, decidan estrechar vínculos de diálogo, de solidaridad y de ayuda mutua; que estén dispuestos a correr el riesgo del rechazo o la respuesta cortante, que no busquen otro interés que la convivencia armónica.

En Chiapas necesitamos construir comunidad, llevar a cabo acciones intencionadas para acercarnos unos a otros y abrir nuestra disposición a apoyarnos mutuamente sin el temor de que nos pueden perjudicar o por lo menos pedirnos dinero prestado. Para esto necesitamos descubrir en nosotros mismos otras riquezas que no sean materiales; necesitamos descubrir nuestra disposición y capacidad de escuchar sin caer en la tentación de dar consejos; de establecer relaciones de compañerismo, amistad o buena vecindad, sin caer en la tentación de exigir una exclusividad o una intimidad forzada; de platicar de temas convenientes para todos, sin caer en la tentación de imponer nuestro criterio; en fin, de establecer y fortalecer los vínculos interpersonales que consoliden la conciencia de pertenencia que se necesita para sentirse parte comprometida de una comunidad.

Dos son los elementos que necesitan germinar en cada persona y que requieren ser cultivados desde sembrarlos mediante la reflexión, abonarlos con narraciones de ejemplos concretos, regarlos constantemente con el testimonios personal y los comentarios oportunos que señalen la pertinencia de cada uno de ellos y, finalmente, cuidar y proteger sus primeras floraciones hasta cosechar los frutos maduros de las virtudes arraigadas. Estos dos elementos son el sentido de pertenencia y la disposición para participar.

Pertenecer y participar se siembran desde los primeros años dentro de la familia, sin limitar este derecho a un solo modelo de familia, sino abriéndolo con verdad a todo grupo humano vinculado por el amor y la consanguinidad. Pertenecer y participar, requieren ser fortalecidos en todo grupo que desde la libertad personal de cada individuo, deciden establecer un vínculo de compromiso para formar un equipo, una asociación, una empresa… Pertenecer y participar, sin buscar pretextos o disculpas para escaparse, son el componente esencial de la solidez humana que resulta en el ser adulto capaz de integrarse en comunidad, como ciudadano responsable de la sociedad en que vive.

Este mes de julio dialoguemos con otros para encontrar los medios de hacer comunidad.

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