HABLEMOS DE PRODUCTIVIDAD

COLUMNA: TIEMPO DE SOCIEDAD
Por Rodrigo Penagos Martínez


Un chiapaneco promedio generó 4mil 300 dólares durante el 2008, mientras en Nuevo León generaban 22 mil dólares per cápita. Dato frío, pragmático y demoledor que obtuve revisando la tabla oficial de ingresos per cápita del INEGI para ver por lo menos la punta del iceberg de nuestra realidad productiva.
            Traduciendo un poco el dato para entender qué tipo de cartera traemos los chiapanecos: ese ingreso per cápita de hace dos años se traduce en una renta de tres mil ochocientos pesos mensuales para cada chiapaneco, si repartiéramos lo que producimos. Reiterando el comparativo con el neoleonés: un ciudadano promedio en esa entidad percibió poco más de diecinueve mil pesos al mes. Las comparaciones son chocantes pero en este caso me sirvió para ponerme en un espejo.
            Con lo anterior, tampoco quiero decir que la desigualdad en una sociedad tan productiva como la de Nuevo León sea inexistente, me ha tocado ver escenas en Monterrey verdaderamente detestables del deterioro provocado por la brecha de riqueza y el concepto de calidad de vida que en nada les podemos envidiar. Sin embargo, la pregunta que me resulta de todo esto es ¿por qué ellos pueden generar cuatro veces más riqueza material que nosotros si están menos agraciados en recursos naturales? La respuesta que genero a partir de la experiencia personal se sintetiza en el siguiente concepto: capacidad de transformar.
            Con la capacidad creativa que produce el conocimiento y los hábitos de disciplina para el trabajo se puede generar en Chiapas esa transformación económica de la que hablo, concluyendo que nuestros empeños por producir riqueza se traduzcan en una visión por hacer que nuestras materias primas se conviertan en marcas chiapanecas de trascendencia mundial. Y no hablo de “Marca Chiapas”, que eso es harina de otro costal.
Un ejemplo dentro muchos que podemos pensar: la papaya no debe irse como fruto recolectado de la finca sino envasada  como un jugo o extracto para shampoo, o quien sabe cuantos derivados que de ella se obtengan, pero transformada en Chiapas, con ingenio auspiciado por nuestra tierra y con ingresos que se queden en la misma. Seguir apostando a la venta de materias primas significa seguir creyendo en un sistema agrícola de características medievales o quizá anteriores cuyas variables principales son el saqueo y la desigualdad de condiciones de trabajo.
El reto derivado de esta reflexión no exhorta al gobierno ni a los administradores actuales de la riqueza, invita al ciudadano a construir su conocimiento, su creatividad y elegir nuevos valores para transformar su entorno y generar la abundancia material que estará equilibrada en el bienestar emocional y espiritual. Porque el chiapaneco no es pobre porque carezca de recursos, somos pobres por sentirnos carentes de voluntad y dedicarnos a desaprobar todo lo que se ponga a nuestro paso.
Es tiempo de transformarnos, es tiempo de saber que podemos ser tan productivos como cualquiera, y eso sólo lo lograremos entendiendo que éste, es tiempo de sociedad.

1 comentario: